Un entorno peculiar
Cuento un poco de ese entorno que hace el lugar tan apropiado para reuniones de empresa. El Hotel Mon está junto a un antiguo monasterio del S X, el de San Benet, que se ha restaurado y en cuyos terrenos se ha desarrollado una peculiar propuesta turística con diferentes elementos: el primero es el propio convento, que cuenta con excelentes salas de reuniones y en el que se han organizado interesantes visitas amenizadas por curiosos montajes audiovisuales que, en distintas estancias y recurriendo a diferentes personajes, van contándonos la historia del lugar y de los monjes que en él habitaron.
Los pequeños montajes no son gran cosa (tienen un aire de videojuego que puede que guste a los niños pero a mí no me acababa de convencer) si exceptuamos el primero de ellos, en el que un holograma bastante impresionante que se proyecta en la iglesia representa al obispo de Vic cuando bendijo la iglesia, centenares de años atrás.
Hay también una visita a la parte modernista del monasterio, ya que éste fue a principios del S XX propiedad de la familia del pintor Ramón Casas, que adaptó parte del lugar a los gustos de su tiempo. En unos días publicaré un artículo con más detalles sobre el monasterio.
Otro punto de atracción del lugar es la Fundación Alicia, cuyo nombre proviene de la unión de las palabras alimentación y ciencia y que cuenta entre sus promotores con Ferrán Adrià, el famosísimo cocinero. La fundación se dedica a estudiar la forma en la que solucionar distintos problemas que algunas enfermedades o alergias provocan. Se buscan, por ejemplo, recetas que faciliten a los diabéticos disfrutar del dulce o alimentos sustitutivos que permitan a los que no pueden tomar huevo comerse un flan (y recordar el tacto tan particular de los flanes).
Restaurantes
Con la Fundación Alicia al lado y en una zona con no poca tradición gastronómica, los restaurantes son también un elemento importante del complejo y son uno de sus atractivos principales.
Cuenta nada más y nada menos que con tres, La Fonda, el Mon y el Angle. De este último se encarga el cocinero Jordi Cruz, que ha recibido multitud de premios y cuya cocina es francamente notable, con una mezcla bastante equilibrada de alta cocina y platos que, al fin y al cabo, no resulta tan extraños al paladar sino más bien franca y sencillamente deliciosos.
El hotel
Por último está el propio hotel que es, al fin y al cabo, el motivo principal de este post. Está situado en un edificio completamente nuevo y básicamente funcional, que parece diseñado más pensando hacia el interior que hacia el exterior, de una arquitectura tirando a minimalista pero que tampoco dice mucho (excepto quizá en la fachada, que resulta interesante). Sus estancias comunes están decoradas con bastante buen gusto, con un toque muy moderno pero sin estar excesivamente recargadas y con una virtud importante: son muy luminosas.
Las habitaciones son muy amplias con dos zonas diferenciadas que están separadas por el armario, en una solución arquitectónica bastante ingeniosa; y también con una terraza que en épocas de menos frío seguro que resulta agradable. En conjunto resultan muy confortables y, otra ventaja que no es despreciable: con una estupenda conexión wifi gratuita.
El desayuno no es de los más variados que he visto, pero todo lo que se ofrecía era de excelente calidad y seguro que el primer día les llamarán mucho la atención unos huevos fritos que se presentan con una forma bastante peculiar. Los huevos son curiosos, pero lo que no pueden perderse es la excelente selección de butifarras, puede que un poco fuertes para desayunar pero les aseguro que deliciosas.
En resumen es un hotel confortable y que puedo recomendar sin duda, que puede resultar perfecto para un evento de empresa pero que también puede ser una opción para, por ejemplo, un fin de semana tranquilo en el que nos decidamos a disfrutar de la gastronomía. Además, ofrece algunos paquetes con precios que me parecen bastante interesantes.
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