Playa Ancón
“Yo soy un hombre sincero,
Sincero y sin infinito
Y antes de morirme quiero
Vivir la vida un poquito”
Como dije en la etapa anterior, fuimos a
Hay tres maneras de llegar a
La primera, tomar un taxi. Cobran 8 CUC y llevan hasta cuatro personas.
La segunda, tomar un cocotaxi. Cobran 2 CUC por persona y pueden viajar hasta dos personas.
La tercera, el autobús turístico, de esos de dos pisos sin techo, como los que circulan por las principales ciudades europeas. Eso sí, su frecuencia no existe: circula cuando le viene en gana. Incluso nos dijeron que muchas veces hacía trámites particulares con el vehículo y como luego tenía que rendir el combustible utilizado, cancelaba algún viaje.
Lo que no me explico es cómo hacía para pasar desapercibido con semejante armatoste fuera de su ruta. En fin, si algún viajero consigue encontrarlo cobra 1 CUC por persona. Nosotros lo logramos una vez, para regresar desde
Nosotros siempre, las cuatro veces, fuimos en cocotaxi. Para regresar, es más difícil encontrar uno, así que volvimos siempre en taxi común, pero juntándonos con otras dos personas para abaratar costos, excepto una vez que, como dije, volvimos en el autobús turístico.
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Obviando ese detalle,
El agua es tibia, no hay absolutamente nada de oleaje pero a pesar del color turquesa, una vez dentro del agua, ésta no es tan cristalina como en
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Sin embargo, lo mejor que tiene
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Eso sí, apenas el sol se pone hay que huir: llegó la hora de los jejenes, pequeños y temibles insectos que tiran a matar. Durante el día no molestan, pero en cuanto se va el sol, se arremangan y ¡a comer!
En la playa hay un chiringuito que vende algunos bocadillos. Uno de los que atendía, un moreno muy simpático, bautizado “Nairobi” por Mariana, era el que habitualmente nos atendía. Sus tareas incluían además recoger las tumbonas de la playa, luego del atardecer.
“Nairobi” cumplió siempre su labor con la máxima eficacia, hasta que llegó el día: se celebraba el cumpleaños de alguien vinculado al chiringuito. Los empleados decidieron, obviamente dejar de trabajar, y festejarlo como es debido: a puro trago.
No es posible describir con palabras el estado calamitoso en el que acabó el pobre “Nairobi”, frente apoyada en la mesa, piernas erráticas y brazos abrazando el vacío. Ese día las tumbonas quedaron dispersas por la playa, tristes por el abandono de su fiel amigo “Nairobi”.
Otra cosa sobre las tumbonas: son las más cómodas que he visto en cuanta playa he visitado. Increíbles: dan ganas de quedarse a vivir en ellas, y lo mejor es que son gratis. Pertenecen al chiringuito de la playa, pero nadie controla nada.
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En ese mismo chiringuito siguió mi particular y desigual intento de saborear un helado en Cuba. Ya llevábamos más de diez días en ese país y no había podido tomar un solo helado, por las más variadas e insólitas causas. Pero faltaba la mejor: en el chiringuito no había helado, obviamente, hasta que un día llegó el camión de helados. Ante el júbilo de la multitud, que rápidamente se agolpó frente al mostrador, el responsable del chiringuito, muy suelto de cuerpo, guardó los helados en el freezer, los cubrió con una lona negra y anunció: “helados hasta mañana no hay, tengo que hacer el inventario”.
No hubo forma. Con gran desazón me retiré derrotado, pero con la enorme ilusión de volver al día siguiente.
Pues bien, me apersono 24 horas después y me dice: “helado hay, pero no tengo cuchara”, dándome a entender que no me podía vender el helado. Replico entonces: “pero me puede prestar un tenedor”. El tipo puso cara de estar asistiendo al descubrimiento de la vacuna contra la estupidez crónica, pero lo cierto es que me dio el tenedor y al fin ¡pude tomar un helado en Cuba!
Viaje de Trinidad a
“De mi ventana huye el barco
venido ayer de
saltemos del lecho al barco
¡Lucero de la mañana!”
Abordamos el Viazul, que parte muy temprano en la mañana, a esa hora en la que coinciden madrugadores con quienes vuelven de la juerga.
El autobús partió puntual como siempre. Luego de una hora de viaje llegamos a Cienfuegos. Desde la ventanilla del autobús vimos una ciudad cuidada y prolija. Alguna vez iremos a Cienfuegos.
Luego ocurrió algo increíble: el autobús se detuvo bruscamente frente a una vía de ferrocarril que tenía el aspecto de no haber visto pasar un tren durante décadas. Sin embargo, nadie en el autobús salió de su asombro cuando vimos pasar una zorra, de esas que son la “estrella” en la película “La vida es un milagro”, de Emir Kusturica. Pero lo increíble es que la zorra iba abarrotada de personas vestidas como para ir a trabajar. Así son los transportes en Cuba, donde el ingenio puede más que todo.
Luego el autobús llegó a
Cuando llegamos a la terminal de Viazul en
Vedado
“Y en este hotel tocó Beny Moré
La noche que Al Capone
Perdió los pantalones
A la ruleta rusa con Fidel”
A diferencia de nuestro paso anterior por
Para eso, en Trinidad, habíamos reservado por teléfono una casa particular: la de Pilar Palma, recomendada por
Al llegar, advertimos con preocupación que se trataba de un edificio en ruinas, con el ascensor averiado, bastante suciedad en el hall de entrada y sin ningún encanto.
Nos pareció extraño. Sabíamos que en Cuba y más todavía en
Decidimos que Mariana se quede en un bar; mientras, yo ingresaría al edificio. Subí por la escalera hasta el tercer piso, llamé al timbre y me atendió la misma Pilar Palma. El edificio es espantoso pero la casa está bastante bien y la habitación en buen estado. Volví al bar a buscar a Mariana y nos instalamos en la habitación. Igualmente, sólo teníamos sitio allí por un día, ya que luego la casa estaba reservada. Debíamos buscar casa para el día siguiente.
Salimos y en pocos minutos lo habíamos logrado. Es algo fácil, ya que en Vedado casi todas las casas rentan habitaciones. Nos decidimos por la casa de Mary y Juanito.
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Logrado esto nos dirigimos a
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En el medio, más de un millón de personas asistieron numerosas veces a escuchar los discursos de Fidel o del Che.
Posteriormente, tomamos la calle Paseo, y recorrimos la parte más elegante del barrio de Vedado, con sus casas residenciales venidas un poco a menos, pero que se resisten a perder su señorial belleza.
Cuando llegamos a la calle 17 giramos a la izquierda. Tres cuadras más adelante está el Parque Lennon. Se trata de una plaza normal, pero con una curiosidad: en un banco está sentada una estatua de John Lennon. Lo notable es que hay un tipo que le coloca los anteojos a John cuando alguien quiere la foto a cambio de una propina. Nosotros llegamos y no había nadie. Sacamos la foto y segundos después vimos al tipo de los anteojos, que se acercaba presuroso. Igual, no nos dijo nada, ya que la foto había sido tomada, imagino.
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Eran ya las tres o cuatro de la tarde y no habíamos almorzado. A una cuadra del Parque Lennon está pan.com. Se trata de un sitio sencillo, que vende bocadillos. Muy barato y muy sabroso todo. Recomendable para quien quiera comer algo rápido y seguir el recorrido por
Además de la comida, saboreé un helado gigante, como venganza de todo lo que me costó conseguirlo los días previos.
Con la panza llena y el corazón contento seguimos el recorrido.
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Tomamos la calle 10 hasta el Malecón, ya casi sobre el túnel que lleva a Miramar.
Caminamos por el Malecón hacia la derecha. Pasamos por el Hotel Riviera y por el Meliá Cohiba, y cuando llegamos a la esquina de Malecón y Paseo, ingresamos a las Galerías de Paseo, lo más parecido a un centro comercial que existe en
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Obviamente todo se vende allí en convertibles, a precios internacionales. Volvimos al Malecón y continuamos hacia la derecha. Pasamos el Monumento a Calixto García y nos dirigimos hacia
El paseo por el Malecón cuando cae el sol es un deleite para los sentidos: la vista capta el imponente paisaje, la yuxtaposición de épocas que representa el mítico malecón habanero; el oído siente el sonido del mar golpeando contra las rocas y salpicando una gotas de oasis que mitigan efímeramente el calor; el olfato incorpora ese aroma a humedad y a mar; a sal y a pasado glorioso; a presente esperanzando y a sol; a roca y a algas; a futuro; en definitiva, ese olor a Cuba que atrapa. Que no se olvida. Que hace que quien conozca
Seguimos caminando y llegamos por fin a la oficina donde funciona
Cuba ha acusado y probado repetidamente la injerencia de esa oficina en los asuntos internos del país. Lo último que han hecho los estadounidenses es colocar un cartel luminoso con grandes letras rojas en la pared del edificio, donde publican noticias de Estados Unidos y del mundo, mechados con llamadas a la población a revelarse contra la revolución.
Yo no puedo imaginarme la reacción que podría tener, por ejemplo, Francia, si por ejemplo España, pusiera en su Embajada de París un cartel luminoso llamando a la población francesa a derrocar a Sarkozy.
En fin. La respuesta de Cuba fue colocar frente a
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Estábamos viendo todo esto cuando un policía hizo sonar su silbato y nos ordenó seguir caminando. Vale decir que
Le hicimos caso al policía, pero dimos la última mirada. Lo cierto es que pasar por allí es obligado para quien visite
Apenas se deja atrás lo anterior, se llega al Monumento a las Víctimas del Maine, un acorazado estadounidense que fue atacado… por Estados Unidos, y así justificar el inicio de su guerra contra España, a fines del siglo XIX. ¿Se entiende ahora la celosa protección de
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Un poco más adelante se llega al Hotel Nacional. Aunque el viajero no se aloje allí es una visita obligada. El Hotel es casi un monumento a
Ya de noche, tomamos
Poco tiempo después se convirtió en el Hotel Habana Libre.
Eran las ocho de la noche. Habíamos quedado en encontrarnos a las nueve en Coppelia con los amigos argentinos de Bahía Blanca, con los que compartimos el autobús de Baracoa a Trinidad.
Regresamos a la casa, nos duchamos rápidamente y a las nueve en punto estábamos en la puerta del Coppelia. Nos encontramos con ellos, fuimos a cenar a
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Luego fuimos a Coppelia por el postre, y finalizamos la noche bien entrada la madrugada por las calles de Vedado, disfrutando del aire fresco del mar, de la noche y de ese sabor de
Habana Vieja
“Y a las barbas de la revolución
les salían más canas cada día,
y el mañana era un niño que mentía,
y todos se llamaban Robinsón”
Nuestro último día en Cuba. Mezcla de satisfacción, de alegría por haber logrado un viaje maravilloso con esa inevitable sensación de vacío que implica todo fin de fiesta.
Nos dispusimos disfrutarlo al máximo esa última jornada, dedicada a
Tomamos un taxi hasta la casa de Martica y Miguel, en Centro Habana, a quienes les debíamos una visita. Luego, caminamos por el Malecón desde el Hotel Deauville hasta
Esta feria, montada fundamentalmente para turistas, es un salpicado de cientos de chiringuitos que venden más o menos todos lo mismo: camisetas del Che Guevara, llaveros, ceniceros, etc., mientras decenas de buscavidas pululan por los estrechos pasillos ofreciendo subrepticiamente puros o ron a los turistas.
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Mucho más agradable es
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Pasear por las coloridas y restauradas callejuelas de
Cerca de la catedral, el Castillo de
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Nosotros, luego de visitar
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Saliendo de
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También por allí están las calles Mercaderes y Obrapía, donde se pueden visitar el Museo del Chocolate y
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Finalmente, más al sur,
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Promediando la tarde, nos dirigimos hasta el muelle situado al final de la calle Luz. Allí está el embarcadero de las lanchas que se dirigen a Casablanca, al otro lado de
Al llegar a Casablanca, el camino lleva al visitante hasta el imponente Cristo, construido de mármol blanco, que cual vigía, parece controlar el tránsito de embarcaciones de la bahía.
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Siguiendo el mismo y único camino, una placentera caminata de un kilómetro nos llevó hasta el Complejo El Morro –
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Sin embargo, nada de todo esto se compara con disfrutar de uno de los atardeceres más míticos, más increíbles que puede dar este mundo, viendo el sol esconderse en el Estrecho de
A medida que cae la noche, las infames letras rojas del cartel luminoso cobran brillo, derrotando fugazmente el enjambre de banderas negras que le recuerdan sus crímenes. Pero la silueta negra de un pescador de sueños emerge mágicamente en la pared del malecón, con el sol, cuan bola de fuego naranja, sirviéndole de fondo. Y el pescador mira
¿Una despedida de
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En el próximo pondremos las recomendaciones de Dani.
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