Trevélez era nuestro siguiente destino. Por una carretera sinuosa, entre paredes montañosas y bosques de castaños, alcornoques y moreras, y con el Mulhacén al fondo, llegamos a Trevélez, el pueblo más alto de España, situado a 1746 metros de altura. Enclavado junto al río del mismo nombre, el pueblo se extiende, blanco, por la ladera, formando tres barrios (de los que procede su nombre, en árabe, tre belex).
Nada más llegar al pueblo corroboramos que el jamón es la estrella allí: secaderos y comercios a uno y otro lado dan fe de ello. El jamón de Trevélez es, como pudimos comprobar enseguida, exquisito, con cierto toque dulce debido a la escasa salazón que precisan su secado y maduración al aire de la Sierra, y un aroma delicado que aún me hace la boca agua... Bueno, aún no se ha acabado nuestra adquisición de Trevélez, así que ya mismo voy a prepararme un platito... Ahora dudo acerca de si me gustan más los jamones de Teruel o de Trevélez. Aparte del jamón, pudimos saborear unos embutidos y carnes a la brasa estupendos, y todo con vistas a la sierra y sus árboles que empiezan a teñirla de amarillo. Como se ve en una de las fotos, las mantas alpujarreñas también daban un toque de color a las casas del pueblo, en realidad en todos los pueblos de la zona se venden estos tejidos artesanales en forma de alfombras, tapices o mantas.
En el río, sin demasiado caudal después del verano, había gente pescando y gente paseando por la ribera o tomando el sol; dicen que las truchas son otra de las especialidades culinarias de la zona, pero habrá que volver para comprobarlo. Y también gente disfrutando de la agradable temperatura para pasear por sus calles empinadas, con las casas blanquísimas y macetas con plantas por doquier... Nos costó despedirnos de Trevélez para seguir la marcha, pero lo que nos esperaba no nos iba a defraudar...
0 comentarios: on "Fin de semana en las Alpujarras: Trevélez"
Publicar un comentario