Puede que no sea tan conocido como la Capadocia Turca, pero al suroeste de Turquía, en el valle del río Menderes, en la provincia de Denizli, se encuentra Pamukkale (“Castillo de Algodones” en castellano) , que se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos del país, y que suele incluirse en todas las rutas o circuitos que visitan la ciudad de Éfeso o las playas de Antalya.
Los movimientos tectónicos de la falla de la cuenca del río Menderes no causaron únicamente temblores de tierra sino que provocaron el nacimiento de fuentes de agua termales, ricas en minerales, que fueron las causantes de la formación de Pamukkale. El agua que brota por segundo alcanza los 250 litros y la cantidad de minerales, en concreto de creta, es de 0,55kg por litro de agua.
Este fenómeno natural ha producido gruesas capas blancas de piedra caliza que forman terrazas entre 1 – 6 metros y cascadas a lo largo de la ladera de la montaña produciendo la sensación de una ladera helada.
No hace mucho tiempo atrás se permitía los tratamientos en las bañeras naturales, hoy en día el baño está prohibido pero se puede caminar por las terrazas y sentir los minerales y el agua paseando por la colina blanca.
La antigua ciudad de Hierápolis se construyó en lo alto de una colina a 160 metros de altura, ocupando una franja de 2700 metros de longitud y fue un lugar de peregrinación para personas con dolencias o enfermedades que confiaban en que las aguas termales curasen sus males.
Parece que las aguas termales no tuvieron los resultados esperados ya que Hierápolis se convirtió en una necrópolis donde se enterraban los cadáveres de los enfermos que hasta allí se desplazaban. No obstante, los lujosos hoteles de la localidad ofrecen apetecibles baños termales entre otras comodidades para el uso y disfrute de los turistas.
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