Me llevé además dos buenas sorpresas: la primera, una fiesta llamada "Entrada de toros y caballos” totalmente inesperada porque nunca había oído hablar de ella; la segunda, un museo sobre ese festejo cuyo tamaño, calidad y buen gusto me habrían llamado la atención en una capital de provincia de 100.000 habitantes, así que imaginen ustedes en una localidad de 10.000.
Yendo por partes, lo primero que tengo que explicarles un poco es la fiesta en sí, a pesar de que yo todavía no he tenido la oportunidad de conocerla en directo. Se trata de una versión más antigua de los encierros que podemos ver en Pamplona y otras muchas localidades españolas.
Pero, a diferencia de la fiesta pamplonica, lo que ocurre en Segorbe está basado en la historia y en las fiestas taurinas tal y como se celebraban hace muchos muchos años. Entonces no había sitios en el pueblo en los que guardar a los toros hasta las corridas, así que cuando llegaban al pueblo desde las dehesas en Andalucía y Extremadura los tenían en el río y, el día de la lidia, los llevaban hasta la plaza guiando la manada con caballos, en un estilo de lo más cowboy.
Y así es la espectacular fiesta hoy en día: un grupo de hombres a caballo recogen a los toros en el río y atraviesan a galope el pueblo, un pueblo en el que no hay barreras protectoras de ningún tipo y que está lleno de gente. Milagrosamente, o al menos eso nos parece a los que no entendemos mucho del tema, es rarísimo que se produzcan heridos, aunque cualquiera que vea las imágenes apostaría a que en cualquier momento se va a desatar la masacre:
Meter toros, caballos y fiesta en un museo
Toda esta fiesta está sorprendentemente bien explicada en lo que han dado en llamar Centro de Interpretación de la fiesta de Toros y Caballos, aunque todo el mundo por allí lo llame museo.
Lo primero que vemos en él es una elegante reproducción, casa por casa y calle por calle, del recorrido que sigue el encierro desde el río hasta el corazón del pueblo. A lo largo de él se ofrecen varios vídeos con las explicaciones pertinentes. También podemos ver alguno de los elementos típicos de la fiesta con los datos que nos ayudan a entender su papel en la fiesta: el traje que llevan los caballistas, el propio caballo, incluso los garrotes típicos de Segorbe.
La segunda planta del museo tienen una zona expositiva con carteles e imágenes y, sobre todo, una sala circular en la que se ofrece un interesantísimo y peculiar vídeo con cinco películas que se proyectan simultáneamente y que, pese a ser diferentes, forman un estético conjunto.
No quiero que me interpreten mal, pero es muy difícil encontrar en un museo de una localidad ten pequeña como Segorbe este tipo de montajes hechos con el buen gusto y la elegancia que tiene éste. Baste como ejemplo que no sólo me gustó a mí, sino que mi hija de sólo dos años y medio se quedó también fascinada por las imágenes, en arrobado silencio durante los cinco minutos, aproximadamente, que dura la proyección múltiple.
En definitiva, una razón más, y creo que habrá otras muchas, para acercarse a Segorbe.
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