La bien merecida fama de que goza el Parque Kruger en todo el mundo no es sólo debida a su enorme extensión. Los colores del amanecer, los graznidos aislados de las aves, los brazos desnudos de los baobabs, las copas de los sicomoros, las hojas de las acacias... Es el universo que respira este enclave de Sudáfrica, apto sólo para aventureros que quieran disfrutar del espectáculo de la naturaleza.
Son las cinco en punto de la mañana y un guarda armado ya me espera a la puerta de mi bungaló para acompañarme al comedor. No es que me hayan detenido por robar los colmillos de algún elefante, no. Es que en el Lion Sands Lodge nadie puede dar un paso a solas durante la noche, ni siquiera cubrir el breve trayecto que separa las habitaciones del cuerpo central del hotel. Estamos en el Parque Kruger y éste es un territorio salvaje en el que el león es todavía el rey y los grandes felinos se mueven a sus anchas, dueños y señores de la sabana.
Fuente: Ocholeguas
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