Me he tenido que detener un instante para ver si se trataba de una broma. Más que nada por el frío que debe hacer a estas latitudes para quitarse el sujetador tan tranquilamente... Pero parece ser que no, que se trata de una tradición que los científicos de la base ucraniana de la Antártida llevan a cabo con las turistas que recalan en Punta Marina.
La base en cuestión es la de Vernadsky, a sólo 137 kilómetros del círculo polar antártico, uno de los lugares más al sur a los que puede llegar un turista. En su bar, donde los científicos ucranianos hacen también de camareros, rige una curiosa tradición: las mujeres son invitadas a despojarse de su sujetador a cambio de barra libre de vodka.
Una colección de sujetadores cuelga de uno de los extremos de la barra del Faraday Pub. Aunque hay noticias de este lugar en diversos diarios de expediciones (en inglés), sólo he podido encontrar la foto que aparece más abajo como testimonio de este rincón repleto de sostenes. Los hay de todos los tamaños y colores.
Este bar forma parte de las instalaciones de la base científica Akademic Vernadsky, antigua Faraday Station, que Gran Bretaña transfirió a Ucrania en febrero de 1996. Es el único pub en el mundo que puede dar fe de una copa servida con cubitos de glaciar antártico con más de 400.000 años.
¿Y cómo tiene tal colección de sujetadores una base tan alejada del resto del mundo? Pues porque Vernadsky es un alto en el camino para algunos de los cruceros turísticos que recorren la Antártida. Se encuentra en Punta Marina, dentro de la isla Galíndez, a 64 º 14´sur, apenas a 137 kilómetros de distancia del círculo polar antártico. Para los turistas representa una oportunidad interesante visitar esta base, una de las pocas operativas durante todo el año, y ver el modo de vida, sumamente austero, de los científicos. Por eso el bar constituye un aliciente diferente.
La base se construyó durante la Segunda Guerra Mundial, en la conocida como operación Tabarin, la expedición británica lanzada desde el Reino Unido en 1943 al Antártico para establecer bases. La carrera en la que se enzarzaron argentinos y británicos - más tarde lo harían también los chilenos- para demostrar su soberanía sobre el territorio había comenzado. Pero lejos quedan ya esos años de apertura indiscriminada de bases supuestamente científicas, algunas de las cuales están hoy medio abandonadas o cedidas a otros países.
Vía: La Vanguardia